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Morir ¿una solución?


La pena de muerte es la forma de ejecución más antigua de la humanidad y desde su implementación ha generado conflicto, sentimientos encontrados, pronunciamientos oficiales, movimientos internacionales y un sinfín de reacciones que no son más que muestras de apoyo o repudio a este severo proceso que durante miles de años se ha utilizado para infligir a los reos.

Hay muchas disciplinas implicadas en el tema de la pena de muerte o la pena capital, como también es llamada. La sociología, la criminología, la política, la filosofía, el derecho y hasta la religión, que a pesar de no formar parte de las ciencias sociales también es portadora de una visión del mundo, todas en conjunto, juegan un papel importante y decisivo.

Por ello, todo lo relacionado con esta práctica de “justicia” requiere un gran análisis y estudio, pues en ella se conjugan no sólo los elementos jurídicos y legales que pueda tener el Estado para realizarla, sino la defensa de la llamada “justicia divina”, “ley de Dios”, el clamado perdón para quienes han errado, las súplicas de oportunidades para ser reeducados, los ruegos familiares y las lágrimas derramadas por quienes abrigan la esperanza de no ser los próximos.

Así rezan los testimonios de reclusos que fueron condenados a la pena máxima y que tuvieron la suerte de no cruzar el pasillo hacia el cuarto de ejecución. Muchos sobrevivientes describen la experiencia de su absuelta condena como una forma atroz y degradante de sancionarlos por sus delitos; las familias se pronuncian en defensa de sus seres queridos, aunque sepan que no tienen ningún tipo de injerencia en la decisión que se tome en cada uno de los casos.

Evolución histórica de la pena de muerte

La pena capital fue rechazada formalmente por la iglesia en el siglo XI, sin embargo, y a pesar de todos los planteamientos acerca de su utilidad dentro de las sociedades, a mediados del siglo XVIII, el método comenzó a imponerse llegando a aplicarse en algunos lugares de Alemania. A partir de ese momento se inició una controversia que integra a abolicionistas y antiabolicionistas que intentan, incluso actualmente, imponer las razones que marcan su posición al respecto.

Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, aun en contra del sentimentalismo del cristianismo primitivo, la pena de muerte fue aplicada en el mundo oriental, griego y romano, instaurándose de manera firme en los estatutos y leyes de la Edad Media.

Estos inicios dieron paso a que estando en pro o en contra de la pena de muerte, la mayoría de los países del mundo tuvieran algún tipo de relación con ella. De ahí, comienzan a registrarse las estadísticas: para 1977, 16 países eran abolicionistas de facto, cantidad que en el 2007 asciende a 128. Algunos de estos países son, en África: Angola, Mauricio, Mozambique y Sudáfrica; en América Latina, Paraguay; en Asia: Camboya, Hong Kong y Nepal; en Europa, Azerbaiyán, Estonia, Georgia, España, Grecia, Moldavia, Polonia, Rumanía, y en el Pacífico, Nueva Zelanda, entro otros.

Sin embargo, 69 países aún contemplan la pena de muerte dentro de su legislación y varios de ellos permiten su aplicación a menores de 18 años, entre ellos: Bahrein, Bangladesh, Botsuana, China, Egipto, Guinea Ecuatorial, Indonesia, Irán, Iraq, Japón, Jordania, Corea del Norte, Kuwait, Malasia, Mongolia, Pakistán, Arabia Saudí, Singapur, Somalía, Sudan, Siria, Uganda, Estados Unidos de América, Vietnam y Yemen.

En el año 1997 se realizaron 2.375 ejecuciones mientras que en el 2006, la cifra se redujo a 1.452; lo que denota que hay países que mantienen en su legislación la pena de muerte pero no han llevado a cabo ninguna ejecución durante los últimos años.

“El corredor de la muerte”

Hay mucha información acerca de qué es la pena de muerte, cómo, a quién y por qué se aplica. Este método penal tiene varias maneras de hacerse y tiene un tiempo que va ligado a las apelaciones que realicen los presos en pro de conservar su vida y su libertad.

“El corredor de la muerte” es el nombre que recibe el pasillo donde se encuentran las celdas en las que están los reclusos que han sido condenados a la pena de muerte y deben permanecer allí hasta que la sentencia sea definitiva.

En teoría, este castigo debería ser aplicado a reos cuyos delitos constituyan crímenes violentos de alto grado, no obstante, en algunos países han sido condenados a pena de muerte presos por delitos menores, así como absueltos otros de mayor peso, por ello, para muchos esta condena representa una “lotería letal”.

Para aplicar la pena de muerte, cada país debe cumplir con las normas de Estado y con el procedimiento previamente estipulado para ello. La preparación de los reos debe ser como dicta la ley, así como el protocolo que debe seguirse a partir del momento en que aprueba definitivamente la orden de ejecución.

Durante un mes, el condenado es aislado de sus compañeros y colocado en una celda cercana al cuarto de ejecución en la que debe permanecer sin ningún tipo de pertenencias personales, y bajo estricta vigilancia para evitar un anticipado suicidio. Llegado el momento, es trasladado al lugar destinado para aplicar la pena, y dependiendo del tipo de ejecución, debe cumplir con ciertos pasos antes de recibir el severo castigo.


Métodos mortales

Actualmente existen varios métodos que son utilizados para aplicar la pena de muerte:

Inyección letal: Se aplican varias drogas por vía intravenosa: el tiopentanto sódico, que provoca la inconsciencia, un relajante muscular que paraliza el diafragma y corta la respiración, y cloruro de potasio, que detiene el corazón. Este método ha sido utilizado en Estados Unidos, China, Guatemala, Filipinas y Tailandia.

Electrocución: Se colocan electrodos de cobre húmedos en la cabeza y en las piernas del condenado. Pueden observarse cambios en la coloración de la piel, hichazón y se puede presentar un paro cardíaco. Este método ha sido aplicado en Estados Unidos.

Ahorcamiento: Se toma el peso del condenado antes de la ejecución y se procede a la colocación de la soga. La muerte puede producirse por la dislocación de una vértebra cervical, por estrangulamiento o constricción de la tráquea. Este método ha sido utilizado en Egipto, Irán, Japón, Jordania, Pakistán y Singapur.

Gas: Se libera gas cianuro en una cámara hermética en la que se encuentra el prisionero hasta ocasionar la muerte por asfixia. Este método se ha usado en Filipinas y en Estados Unidos.

Fusilamiento: El preso es colocando frente a un pelotón de varios hombres que luego de recibir la señal, le disparan. La muerte se produce por lesiones a órganos vitales, en el sistema nervioso, o hemorragias. Este método ha sido en Bielorrusia, China, Somalia, Taiwán, Uzbekistán y Vietnam.

Organismos internacionales

El movimiento internacional en contra de la pena de muerte, es respaldado por organizaciones como Convención Europea de Derechos Humanos, Coalición Mundial contra la Pena de Muerte, Amnistía Internacional (AI), Human Rights Watch, Organización de Naciones Unidas (ONU), Organización de los Estados Americanos, entre otros, que están dedicados a la protección y promoción de los derechos humanos, y trabajan arduamente para instar a los países que no han abolido la pena de muerte a que suspendan las ejecuciones.

El 10 de octubre se celebra el Día Internacional contra la pena de muerte.

Defensores de la pena de muerte

Platón y Aristóteles en Grecia, en Roma Séneca, Santo Tomás de Aquino, los filósofos Montesquieu, Emmanuel Kant, Hegel, Jaime Balmes, y Rousseau, que describía en su obra el “Contrato Social”: "Todo malhechor, atacando el derecho social, conviértese en rebelde y traidor a la patria (...) La conservación del Estado es entonces incompatible con la suya; es preciso que uno de los dos perezca…".

Detractores de la pena de muerte

El filósofo Voltaire, Miguel de Unamuno y Pellegrino Rossi, Cesare de Beccaria, y el escritor francés Albert Camus que señalaba que “para que existiera un equivalente, la pena de muerte debería castigar a un criminal que hubiera avisado a su víctima de la fecha en la que le provocaría una muerte horrible y desde ese momento, la hubiera mantenido confinada durante meses a su merced. Un monstruo así no se encuentra en la vida real”.

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